Reflex

La imagen que refleja en un espejo o el agua no es real, un reflejo por si mismo no existe, solo se produce si hay delante una realidad de procedencia, el reflejo tiene por tanto una credibilidad innegable, si no se cree en él tampoco se creerá la realidad, y lo mismo sucede con la pintura.

Los artistas consiguieron someter esa misma ilusión espacial del reflejo sobre la superficie del cuadro  El arte adquirió entonces cualidades tan creíbles, que no solo sorprendió a los propios pintores, sino que también entusiasmó a los que quisieron verse allí reflejados.

REFLEX es un proyecto que surge al contemplar las posibilidades de la imagen y su reflejo, gracias al acero inoxidable. El viejo juego de transferir imágenes sobre una superficie, recrea esa superficie sugestiones, que no hacen sino continuar el ideal del realismo aparente.

 
 

Extracto de la crítica de Julio César Abad

La práctica artística de José Luis Pajares emana desde una plataforma multidisciplinar -dibujo, pintura, fotografía, vídeo y recientes recursos tecnológicos- tan extensiva como la naturaleza de los materiales de los que se sirve –papel, tabla, acero, fibra de vidrio-, y se concentra intensivamente en un único núcleo referencial: el cuerpo humano. Particularmente el rostro. Incesantemente la mirada. Anatomías, semblantes y sentidos representados, en la mayoría de los casos, en solitario y mirando tumultuosamente al espectador que se dirige a las obras.

Pajares emplea cada una de las disciplinas artísticas para problematizarlas. Las barreras entre dibujo, pintura y fotografía son interrogadas y hasta importunadas, lo que provoca una sensación de incertidumbre en su contemplador. Así ocurre enfáticamente en las obras en las que, sobre una superficie plana, ha dispuesto un preparado de emulsión empleando para ello una brocha, mediante movimientos gestuales marcados. Una vez realizado el positivado de la fotografía, el resultado presenta una recargada calidad estratificada en la que queda de manifiesto el decurso de la mano al modo, por ejemplo, de la pintura expresionista abstracta. Esta inseguridad sobre la poiesis, es decir, sobre el modo en que la obra ha sido producida, tiene su reflejo en el contenido temático de sus creaciones.

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El universo creador de José Luis Pajares versa, en definitiva, del descentramiento de la subjetividad. Se sirve de un lirismo personal para abordar una cuestión de hondísima relevancia. La cuestión de la pérdida de confianza en la integridad de la personalidad, de la definición de los hacedores de mundos, amenazados como estamos por la acidia, el desencanto, el imperio del consumo anestésico, la frivolidad, el descrédito, el sincretismo. Y despistados de la desasosegante imperiosidad de ser en el otro, en el que nos reflejamos, como en un cuchillo en el agua.

 
 

Extracto de la crítica de Angélica Tanarro

La instalación contiene dos grandes proyecciones infográficas generadas por dos grandes proyectores, cuyos haces de luz recorren los dos ejes principales de la nave central. La primera recorre 55 metros desde los pies de la iglesia hasta la cabecera del altar. La segunda asciende 20 metros desde el suelo del crucero hasta una pantalla circular de 8 metros de diámetro situada en la cúpula.

Los dos haces de luz se interceptan en el crucero, para dar lugar a composiciones faciales infográficas que se alternan sucesivamente en grandes diapositivas de cristal o gobos. Con estas proyecciones se pretende recuperar idealmente los dos espacios principales del templo antiguamente reservados al trabajo de los pintores y artistas: la cúpula y la cabecera de la iglesia, hoy vacíos, pero destinados a pinturas alegóricas y celestes que, al igual que los proyectados ahora, contemplan al espectador sin dejarse ver enteramente ocultándose tras sus manos.

 
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Los espejos son espacios vacíos que se habitan al mirarlos, sus reflejos aparecen solo en esos instantes. De hecho, de no ser por el espectador de turno ignorarían este mundo.

Al igual que en los espejos, las obras de REFLEX solo son posibles gracias a la “veracidad” de nuestra presencia, necesitan tanto de nuestro punto de vista que nada en su interior es igual para cada espectador. En realidad cada obra es una ilusión que solo sobrevive en nuestra mirada. Todas estas imágenes están siempre al otro lado, en reflejos disueltos en luz que nos recuerdan que todo lo que somos está fuera del espejo

 
 
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Extracto de la crítica de Javier Maderuelo en El País

Las imágenes y sus reflejos especulares ofrecen una enorme cantidad de posibilidades plásticas que han sido larga e interesantemente investigadas por los artistas a lo largo del tiempo, como muy bien ha mostrado Jurgis Baltrusaitis en su libro titulado El espejo (1978), pero lo sorprendente es que este filón del barroco pueda seguir dando frutos en la época de la tecnología electrónica cuando, como hace Pajares, se procede a la colocación eficaz de una superficie reflectante junto a una imagen. Sin embargo, la sorpresa que provocan estas obras no se halla en el reflejo sino en la sencillez con la que el artista consigue generar trampantojos tan sobrios como contundentes.

Enlace al artículo original en la web del El País.

 

Obras expuestas en:

Galería Vértice, Oviedo. 2005.

Galería Raquel Ponce. Madrid. 2003

Galeria Teresa Cuadrado. Valladolid. 2002